miércoles, 7 de diciembre de 2016

La cagada de Karánsebes

Cuando el alcohol vence a un ejército

La guerra es un momento de máxima tensión en el que se llega incluso a pelear contra tu propio aliado.

Año 1788 de la era cristiana, en la actual Rumanía. El imperio austrohúngaro, como aliado de la zarina rusa Catalina la Grande se dispone a parar los pies a los turcos.

  Josef Benedikt August Johann Anton Michael Adam, o sea,  su majestad imperial José II de Habsburgo, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y otros muchos sitios. Comanda un ejército de 100.000 hombres. Ha realizado una leva en sus extensos y diversos dominios y una tropa que habla en diez idiomas diferentes le sigue.

 A pesar de que ha intentado imponer el alemán como lengua común en sus dominios, (los húngaros se mosquearon lo suyo), sus soldados no se entienden entre sí. Los únicos que vertebran este gran ejército son los oficiales de estado mayor, que estos sí, hablan todos el alemán.

El plan es esperar a los otomanos en la fortaleza de Vidin, ocupando una posición de bloqueo en el río Timis a su paso por la ciudad de Karánsebes.

El 17 de septiembre el ejército llega a las inmediaciones de la ciudad y acampa en la margen del río. Anochece. En previsión de un posible ataque enemigo se envía a un escuadrón de húsares (caballería ligera) en descubierta. Estos atraviesan el puente y se internan en los alrededores explorando el campo. No hay rastro de los turcos, pero se topan con un grupo de gitanos valacos. Los húsares les interrogan sobre si tienen noticias de la cercanía de tropas enemigas y los gitanos, que no hablan alemán, se hacen entender expresivamente: turcos no, pero casualmente tenemos un schnapps, de lujo mi general. Como  la palabra aguardiente en alemán deriva de tragar, el mensaje se entiende a la primera. La veintena de jinetes celebra el feliz encuentro y rascándose los bolsillos hacen una colecta para comprar un par de barriles. Y trago por aquí, trago por allá, comenzó la juerga y olvidaron enviar siquiera un enlace.

 En el campamento, dado que no había noticias del destacamento de húsares, se decidió enviar a un segundo grupo. Cuando estos llegaron donde estaban sus compañeros, encantados, se sumaron al festejo y corrió el schnapps con más alegría aún.

Ya estaba oscureciendo, el mando recelaba de la tardanza. ¿Era posible que las partidas de exploración hubieran caído en una celada turca? Ante esta posibilidad se decide enviar a una partida de infantería rumana  para dar apoyo de armas de fuego por si fuera preciso.

 Los infantes localizaron sin dificultad a los de caballería que a estas alturas tenían la tasa de alcoholemia para que les quitaran el carnet de montar a caballo. Encantados por la posibilidad de sumarse a la francachela decidieron unirse a los húsares.

 Pero los húsares, un cuerpo de élite,  que viste carísimos y extravagante uniformes, y además borrachos, no ven con buenos ojos que una chusma de miserables que van a la guerra andando, y para colmo no hablaban el mismo idioma, compartieran el aguardiente que ellos habían pagado, y encima, empezaba a escasear.

Los de infantería dicen les que ellos también quieren beber y que se dejen de gaitas. Las voces suben de volumen y los gitanos, que ya han vendido todo lo que tenían para alegrar la vida a la tropa hacen sigilosamente un mutis por el foro.

Los de caballería deciden que su schnapps es suyo y de nadie más, establecen un cuadro defensivo alrededor de los barriles y se aprestan a la defensa.

Comienza la refriega con insultos que dan paso a los guantazos y… un listo, que siempre hay alguno, dispara al aire y grita

-        Los turcoooos , los turcooooosss, (En rumano.)

Su esperanza era que los barriles quedaran desguarnecidos, pero sus compañeros que no sabían del ardiz, interpretaron que realmente tenían un francotirador turco haciéndoles fuego. Con esto comenzó la turbamulta, los jinetes echaron pie al estribo y salieron al galope hacia el campamento. Los infantes que se vieron desasistidos salieron por pies igualmente dejando atrás a los que no se tenían derechos.

Tiros, gritos y cascos atronando la noche se van acercando al puente. Un  coronel austriaco, que  ve que se les viene encima una turba de sombras, lanza  estentóreo el grito de alto,( en alemán)

- ¡¡¡¡¡¡Haaaaalttt!!!!!

¿¿¿Alaaaaa?????. ¿Estan gritando Ala?  Los que no hablan alemán confunden el alto con el grito de guerra de los musulmanes al asalto.

-        ¡Les tenemos encimaaaaa. A las armaaaasss!.

Y  les descerraja una salva de tiros a los que vienen escapando hacia el campamento. Estos entienden que es cierto, que los turcos ya están al otro lado del rio y deciden vender cara su vida. Responden al fuego y entran como una exhalación entre las tiendas.

 El griterío y los disparos llegan a los corrales del ganado. Los animales se asustan y cargan contra las cerca derribándolas. Sueltos por el campamento se lanzan en estampida atronando con sus cascos. El sonido se confunde con una carga de caballería sobre el campamento.

 Un brigadier de artillería da por seguro que están siendo atacados y prepara a toda prisa las piezas  a su mando. Apunta sobre el tumulto en sombras y la batería hace fuego.

El emperador sobresaltado despierta y asistido por sus edecanes monta a caballo, pero un turba se le viene encima y ni su guardia personal es capaz de evitar que lo tiren al río.

La batalla se generaliza. Jurando en tantos idiomas que no hay quien se entienda, cada cual se agrupa con los que puede y se defiende de las sombras que atacan por todos lados.

La batalla continua durante horas.

Dos días después el ejército turco llega al campo de batalla. 10.000 cadáveres riegan con su sangre el terreno.  Los  austrohúngaros se han dado una señora paliza a sí mismos.

Los turcos toman Karánsebes sin perder un solo hombre.

Ya sabéis niños, beber alcohol es malo.

1 comentario:

  1. Después de leerlo llego a la conclusión que estos eran los "ninis" del momento, los cuales hicieron el favor de contribuir a la teoría de la selección natural...aunque alguno debió dejar descendencia previamente a la batalla...y hoy puedes encontrar a sus herederos genéticos en los parques y plazoletas los fines de semana muchas horas después del lubricán.

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